Benito Juárez / Nada del amor me produce envidia . Texto: Santiago Loza. Dirección: Diego Lerman. Intérprete: María Merlino. Escenografía: Silvana Lacarra. Iluminación: Fernanda Balcells. Vestidores: Guido Lapadula. Director musical: Sandra Baylac. Colaboración musical: Jape Ntaca. Sportivo Teatral, Thames 1426. Viernes y sábados, a las 21. Reservas, 4833-3585. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: muy buena
"Soy más bien oreja", dice la costurera de Nada del amor me produce envidia , y cuesta creer que esta mujer verborrágica y expresiva "aún con gestos pequeños", pueda contener esa avalancha de sensaciones, emociones, pensamientos, resquemores que se le amontonan en el pecho y que salen de su boca en forma de canciones, palabras o suspiros. O se le cree, y entonces se entiende tanta voracidad por expresarse cuando está con la sola compañía de su maniquí que se instala como un perfecto interlocutor: no habla, no discute y, sobre todo, no juzga.
El director de cine Diego Lerman ( Mientras tanto y Tan de repente ) "que debuta como director teatral con esta pieza de otro cineasta, Santiago Loza", pone el ojo en la dirección de actores y se dedica a sacarle punta al finísimo trabajo de María Merlino. Entre los dos, logran crear un clima de siesta provinciana en la pieza de trabajo de esta costurera que es "la oreja" de cuanta clienta pase por el lugar. El clima exacto en el que se supone nada pasa, pero donde, en realidad, todo arde.
Es allí donde la costurera de María Merlino deja de tener un rol pasivo, de boca cerrada a fuerza de sostener alfileres e hilos, para mostrar quién es y, sobre todo, quién le hubiese gustado ser. Ella canta tangos y se vuelve transparente en las letras que elige y en el modo de decir. Atrás de su voz y de sus maneras está Libertad Lamarque, el ángel que un día, así sin más, aparece por su taller para encargarle un vestido. Pieza de artista que la mujer se pone a coser con una dedicación casi enfermiza. Todos los vestidos de novia dejan de tener importancia en el mundo de esta mujer que sólo conoce el amor sin hombre ("así es el amor de las costureras"). Las noches y los días se vuelven la misma cosa hasta que, por la puerta de su habitación, aparece "la señora". De un auto lujoso ha bajado Evita, quien busca a la mágica costurera que le cosa un traje. Muda otra vez de sorpresa y arrobamiento, la costurera la deja pasar a la vez que recuerda la pública enemistad entre las dos mujeres que le han tomado la vida. Las dos desean el mismo vestido y sólo esta pequeña costurera puede decidir qué hacer.
El texto de Loza juega a las escondidas y lo hace de la mejor manera; de esos vericuetos echa mano Lerman para conducir a su actriz. Sin dudas, un trabajo -que bien podría decirse coral- en el que luce una buena historia. Merlino, con una carrera más que destacada, vuelve a elegir bien su personaje; a su costurera la lleva a pasear por tantos niveles de introspección y, a la vez, de locura, que verla se transforma en un verdadero placer.
Verónica Pagés
Fuente Extra: http://nadadelamormeproduceenvidia.blogspot.com/
Ficha Tecnica
Ficha Técnica:Actuación: María MerlinoDirección: Diego LermanTexto: Santiago LozaDirección diseño musical: Sandra BaylacVestuario: Guido LapadulaEscenografía: Silvana LacarraIluminación: Fernanda Balcells
Colaboración diseño musical: Jape NtacaDiseño Gráfico: Florencia BauzaProducción: María Sureda
Asistente de produción:Mei IudicissaLeit motiv y canción final: Sandra Baylac
SOBRE LA OBRA
“Nada del Amor me produce envidia” es un melodrama musical cuyo anclaje es el mundo de las cancionistas argentinas de los años 30. Era muy común en esa época que la mujer que veía frustrada su carrera como cantante terminara dedicándose a la costura.
LA COSTURERA, admira a Libertad Lamarque imitándola hasta el hartazgo mientras realiza sus quehaceres en su pequeño taller. Hasta que un día, producto del azar ó del destino, la mismísima Libertad golpea su puerta para encargarle un vestido. La historia se complicará cuando Eva Perón seducida por la súbita fama de la costurera quiera encargarle también un vestido para ella - justo el mismo vestido y no otro - que está terminando para Libertad. Es así que la costurera deberá elegir (tal vez por primera vez en su vida) qué hacer con el vestido.
“Al fin y al cabo todos esperamos una vida para decidir cosas como estas y cuando ocurren no estamos preparados… como si el cuerpo se resistiera y doliera… y el único deseo que existe es que pase todo…”